lunes, 10 de enero de 2011

Miedo

Un miedo tan atroz, que me hacia experimentar una presión en el pecho muy fuerte, tanto que pensaba que me iba a salir un agujero y el corazón se iba a ir andando por donde había venido. Un miedo tan intenso que el solo hecho de imaginar que aquello hubiera desaparecido para siempre me provocaba escalofríos que recorrían a sus anchas el recorrido de las puntas de los dedos de mis pies hasta la última fibra capilar situada en mi cabeza. Los sueños me aplacaban, pero no conseguían sacar de aquel pozo tan profundo, que me hacia quedarme en la cama con montones de barras de chocolate y pañuelos de papel. Ese terror me invadió durante exactamente seis semanas y media, en las que sólo salí de la cama para ir a clase y al baño. Para que veas lo que has hecho.

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