lunes, 20 de octubre de 2014

La noche eterna (Agosto de 2012).

Miro al cielo de noche, apoyada en el marco de mi ventana. Hoy parece que las estrellas me están saludando desde arriba. Exhalo una bocanada de humo y lo observo flotar hacia arriba. 

Sueño despierta (como siempre) con un viaje a la Luna y un baile vestidos de etiqueta, con escapadas a Saturno a patinar en sus anillos, la noche eterna de fondo. Besos en la inmensidad de Júpiter y café con mucho azúcar en Plutón. Y luego paseamos hacia el Sol y, pum, te desvaneces de repente, parece que te has evaporado. Y ahí me quedo yo, bailando sola en la Luna, un raspón en la rodilla por patinar en Saturno y la taza rota sentada en Plutón. 

Me despierto de mi ensueño con polvo lunar en las manos. "La noche eterna" suena en mi cabeza sin parar. El cigarro se ha consumido, el cielo se ha cubierto. Las estrellas no pueden aguantar ver una sonrisa tan triste.




¿Quieres saber cuál es la canción que inspiró este texto? Escúchala aquí.



martes, 1 de abril de 2014

Soul.

A veces me da por pensar en lo pequeños que somos respecto a esa gran cosa llamada "Universo" que me marea cuando la intento imaginar. No me sale hacer la típica reflexión de que la vida es muy corta y solo somos un puntito entre miles de trillones de estrellas gigantes. ¿Por qué?, os preguntareis. Es fácil.

Me parece que lo que una persona tiene dentro gana a todos los universos existentes. Que incluso el sentirse pequeñito respecto a ese gran espectro conlleva una reflexión interna grande. Las personas, pensamos muchísimo, imaginamos, soñamos despiertos, sentimos... Y eso, aunque ahora esté mitificado a más no poder y se vea desde el punto de vista (valga la redundancia) más romántico del mundo, no siempre tiene por qué ser bueno.

Puestos a comparar, yo, con mi obsesión con el cielo, lo haría con ese mismo universo del que hablaba antes. Cada persona es un universo. No tiene por qué estar plagado de estrellas. Puede ser una nada negra infinita, un montón de espirales de colores, o una simple línea blanca que se estire hasta perderla de vista. Cada vez que lloramos, una de esas estrellas muere. Cada vez que reímos se ilumina una nueva galaxia. No sé.

¿Y si el alma es el universo?


miércoles, 26 de febrero de 2014

Un pequeño cuento.

Érase un hombre que vivía enamorado de una musa. Una mujer que, para él, era la más bella. Le gustaba compararla con la Luna que brillaba en el cielo en las noches de verano. Para él, ella era la cosa más brillante. Un día, su musa se quedó dormida. Él, después de observarla un rato, salió a la ventana a observar la Luna llena de aquella noche de Junio. Después de mirarla hasta que le dolieron los ojos, entró a la habitación a ver a su amada. Pero, al mirarla, se dio cuenta de una verdad que le cambió.

Estaba enamorado de la Luna,
no de su musa.