martes, 1 de abril de 2014

Soul.

A veces me da por pensar en lo pequeños que somos respecto a esa gran cosa llamada "Universo" que me marea cuando la intento imaginar. No me sale hacer la típica reflexión de que la vida es muy corta y solo somos un puntito entre miles de trillones de estrellas gigantes. ¿Por qué?, os preguntareis. Es fácil.

Me parece que lo que una persona tiene dentro gana a todos los universos existentes. Que incluso el sentirse pequeñito respecto a ese gran espectro conlleva una reflexión interna grande. Las personas, pensamos muchísimo, imaginamos, soñamos despiertos, sentimos... Y eso, aunque ahora esté mitificado a más no poder y se vea desde el punto de vista (valga la redundancia) más romántico del mundo, no siempre tiene por qué ser bueno.

Puestos a comparar, yo, con mi obsesión con el cielo, lo haría con ese mismo universo del que hablaba antes. Cada persona es un universo. No tiene por qué estar plagado de estrellas. Puede ser una nada negra infinita, un montón de espirales de colores, o una simple línea blanca que se estire hasta perderla de vista. Cada vez que lloramos, una de esas estrellas muere. Cada vez que reímos se ilumina una nueva galaxia. No sé.

¿Y si el alma es el universo?