domingo, 4 de abril de 2010

Gonzalo observaba a Clara en silencio. Le encantaba verla dormir, sobre todo con ese minúsculo camisón azúl. Su mano, que acariciaba su pelo rubio, se movía rítmica y acompasadamente, al ritmo de su respiración. La chica soñaba con castillos y princesas, acurrucada en un rinconcito de la cama. Gonzalo decidió interrumpirla. Con las yemas de sus dedos, comenzó a tocar su pequeño pie, buscándole las cosquillas. La chica no tardó mucho en soltar una carcajada.
- Tienes los pies fríos, Clara. Pónte unos calcetines.
- No. A mis dedos les gusta moverse, y con calcetines no están cómodos.
- Joder, Clara, que rara eres, cada día más.
- Anda calla y dame un beso bobo, a ver si se me pasa el frío.
PS: Hoy no tengo foto. Ya conseguiré una.

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